Pese a sus protestas, te colocas fácilmente frente a ella y Uwaru, protegiéndolos a ellos y a ti con una pared de viento constante que empuja a las serpientes fuera de su curso, inofensivas.
El cúmulo más grande de serpientes es abrumado en cuestión de segundos por la variedad de ataques que caen sobre él. Incapaz de defenderse de todo, el monstruo golpea salvajemente las paredes, piso y techo de la mina igual que la última vez, levantando polvo y dejando caer escombros, antes de disolverse en un alquitrán oscuro y rancio que cubre gran parte del suelo de la cueva. Parte de sus restos se filtran a través del delgado pasadizo invisible que lleva al otro mundo, dejando una línea clara en el suelo, limpia de ese color negro que lo baña todo a sus alrededores.
Uwaru: Esta vez está muerto.
Pero la cueva continúa temblando.
Ai: cof... auugh...
Tosiendo, cae al suelo, perdiendo sus muletas. No hay heridas visibles en su cuerpo, estás 100% segura que tu defensa fue exitosa, ¿entonces por qué...?