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<En Alaska
El vicealmirante Mondragón propone una alternativa que atrajo muchísimo la atención del enano, y esto se puede notar por el brillo de voluntad e impaciencia que arde en los ojos del viejo Triturador. La cosa va de excavar, adentrarse en la madre tierra y destruir a sus enemigos desde abajo. El Dwarf golpea repetidas veces la mesa oval con sus manos rechonchas, es su manera de expresar aprobación.

Comandante Triturador: Estupenda idea, y muy lindos juguetes para los niños. ¡Pero no servirán de nada si queremos hacer un trabajo serio!

Asegura el enano, creyendo que los hologramas del aparato representan el tamaño real del equipo de la Unión, y desconociendo la obsesión de Simón Lancaster con los objetos puntiagudos que perforan cosas. Si estuviera al tanto, podría llegar a pensar que Simón tiene sangre Dwarf, porque si algo caracteriza a su especie más allá de la terquedad y falta de delicadeza, es amor por excavar y ser bajitos.

Comandante Triturador: ¡Necesitamos poder! ¡Y vigor! ¡Y 1000 buenos enanos que trabajen día y noche sin descanso! Porque si las maquinas no sirven, para eso están las manos que la roca y la tierra nos dio.

Muestra a todos sus palmas endurecidas como la piedra por una vida de trabajo duro y mucha presión, como el buen acero y los minerales más duros del universo.

Anya realiza la pregunta que la capitana estaba esperando desde hace rato, y es si mandaran resucitadores de esos las tropas.

"Eso sería un gran apoyo" Dije Hook con el mismo tono casual que siempre usa. Pero si la pelirosa estuvo atenta, o quizás Misa quien la conoce mejor, notarían que la capitana no está dando la asistencia por hecho ni comprometiéndose, sino que utilizas las palabras con cuidado, palabras que no dejan rastro.

Comandante Triturador: No temas, humana de gelatina.