Rolero 03/22/2021 (Mon) 05:56:03 No.8943 del
>>8920
>Ehh... Anon... Trata de no adelantarte demasiado, o meter cosas extra a la escena, como lo del sujeto sacando a los presentes y ese tipo de cosas, ya que me choca un poco con lo que tengo en su momento, y a la larga, puede terminar entrando en conflicto con lo que tenga escrito o planteado desde antes
En realidad me refería a que los que ya terminaban, se iban por donde Jackson y él los despedía, no se suponía que el lugar estuviera vacío. De entre unos que se iban, no todos, debí especificarlo. Ya te sabrás quién es. Pero para el futuro, entendido.

>¿Sócrates?

Se intentó esconder en uno de los casilleros que estaban allí, pero eran muy pequeños, se puso algo nervioso a empezó a dudar en lo que hacía, volteó para todos lados buscando dónde esconderse. Pensó en ir detrás de la puerta, pero era estúpido, lo verían, nadie es tan distraído como para no darse cuenta. Se preocupó, ya sólo faltaban unos pasos para llegar a la puerta, tenía que hacer algo, rápido. Notó que habían unos cuantos botiquines en el lugar, empezó apilarlos hasta que tenía un escondite de lo más absurdo, pero el único que tenía. Se escondió, cerró los ojos como cuando un niño no quiere ser encontrado y esperó a ver si tenía suerte. Escuchó unos pasos en la puerta, esta se abrió. Entró una persona a la habitación, todo se quedó en silencio por unos segundos hasta que la persona habló.

—¿Literalemnte no tenías otro lugar donde esconderte?— su voz tenía un toque de sardónico con una pena ajena que se notaba. Sócrates abrió los ojos y vio la cara que había visto en el comedor hacía poco.
—Sin dudas no es de mis mejores escondites, pero algo es algo.
—Deja las estupideces. No puedo creer que te mandaran a morir aquí conmigo— en su voz se le notaba la desgana de esta situación.
—¿Acaso te crees muy importante para no morir junto conmigo? Date cuenta, moriremos, no importa si estamos juntos o no —Sócrates no aguantaba el desdén del idiota de Diógenes.
—Como sea ¿qué haces aquí? —lo levantó del suelo con una mano, notó que tenía unas pastillas en la mano— ¿qué intentabas tomar? —leyó las etiquetas, de todos los envases que se encontraban allí, lo dedujo rápidamente— No me digas que te vas a matar.
—Pues sí, moriré bajo mis términos.
—Sí, con un millón de pastillas en la garganta.
—Me iré como estrella de rock.
—Como drogadicto será.

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